La película del verano se llamaKylian Mbappé. El asunto es que ya es la tercera o cuarta parte de esta saga interminable y los espectadores empiezan a pedir un desenlace. El que sea. La cuenta atrás está en marcha y los créditos casi se vislumbran, aunque queda la escena final.
Mientras tanto, elReal Madridcome palomitas y mira a la pantalla. Lo hace tranquilo. De puertas hacia fuera, la ρłɑɴtilla está cerrada. Cinco refuerzos. De puertas para adentro es distinto. Quieren al jugador y, llegado el momento, irán a por él con todo lo que tienen, que no es poco.
Un jugador que ahora mismo -permitiéndoseme el símil- está en la guerra. Con elPSG, con sus compañeros y con todo el mundo del fútbol al que está película, como se suele decir, ni le va ni le viene y que ven al chico como un caprichoso más enamorado de los billetes que de la pelota.
Aún así, sea como fuere, en esta ocasión parece que ‘nuestro’ protagonista deberá buscarse él solo las habichuelas para conseguir su objetivo, que es ganar. En Madrid, en París o en la Luna. Y aguantar el chaparrón de críticas que ya le llegan desde Francia a las que, a decir verdad, él mismo ha alimentado. Se recoge lo que se siembra, dicen, y el verano es época de recolección.
